36 Soñando
Soñando
El cielo se nubló despacio
mientras el aire se acalló,
Las flores bajaron tallos en el espacio,
y una fina llovizna cayó.
En silencio mortecino,
de un triste atardecer,
el halcón voló cancino,
buscando dónde guarecer.
Halló al jardín durmiendo,
y en él se quedó, soñando.
La noche los encontró padeciendo,
gelidez, que los iba montando.
Ella puso sus estrellas,
y también, a la hermosa luna,
para dar calor de centella,
y hacerlos soñar, con lagunas.
El sol no tardó en brillar,
y sus rayos potentes, entregar.
Las flores comenzaron a despertar,
y el halcón, se dispuso a volar
Cuando estaba comenzando a remontar,
tomó cuenta, en qué jardín había dormido.
Desperezábase su rosa, de corola a levantar,
y sintió su corazón, latir enloquecido.
Con sus patitas prestas,
se acercó, sin poder evitar
abrir sus alas, juntarlas como cestas,
pisar, hacer al pastito gritar.
Con el alboroto, la rosa se ruborizó,
se puso aún más roja, y sus hojas irguió.
El halcón confundido, su pico de espinas pinchó,
y la rosa, avergonzada y amorosa, de su aroma lo cubrió.
Todo ocurrió, en medio de una ensoñación,
que duendes y hadas, en nenúfares sentadas,
pudieron llenar de magia, la intensa emoción,
y la pareja enamorada, de pasión… quedó encantada.
Renée Escape
Compartir en redes sociales
Esta página ha sido visitada 166 veces.